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Catequesis del 27 de abril de 2016 (2ºparte)

JESÚS MISERICORDIOSO, EN VOS CONFÍO

• El Papa Francisco y el Año de la Misericordia •

El desafío es confiar, en Dios y en el prójimo. Vivir desde la confianza. Este es el llamado a la misericordia que el Papa Francisco ha hecho al mundo y a la Iglesia. Porque, según sus propias palabras: “siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia que es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Y nos dice más adelante: Es la manera de venir Dios a nuestro encuentro… porque abre el corazón a la esperanza de ser amados”.

La confianza es un acto humano, la capacidad de confiar en alguien, de abandonarse, nos ayuda a mirar hacia adelante a buscar nuevos horizontes.

La confianza intuye un mundo nuevo que como creyentes sabemos que se arraiga en la promesa del Resucitado. Por eso decimos junto con Jeremías “Bendito el hombre que pone su confianza en el Señor” (Jer 17,7)

• La Misericordia en nuestra vida •

En las diversas etapas de la vida, necesitamos rostros concretos de personas que, con su presencia, su palabra o sus gestos, digan que es posible mirar hacia adelante, que podemos avanzar con la certeza de que alguien nos tiende una mano.

Como creyentes, la fe en el Resucitado no borra las contradicciones, ni las dudas, ni las dificultades y pruebas que se presentan, pero nos dispone a mirar la vida de otra manera, con la mirada puesta en Jesús, que es fuente y horizonte de sentido y de esperanza. Pablo dirá a Timoteo con toda seguridad “Yo sé en quien he puesto mi confianza (Tm 1,12).

Se presenta para nosotros un desafío, cómo estar a la escucha de un Dios paciente y misericordioso que continuamente llama y espera, impulsa y envía, poniéndonos deseos nuevos en el corazón, con la certeza de que podremos llevarlos adelante desde Él y con Él.
La confianza en Jesús, nos da una mirada nueva hacia la realidad, hacia los demás, hacia el futuro, hacia nosotros mismos; mirada de gratitud, de esperanza, de reconocimiento en la presencia discreta pero activa del Resucitado que nos dice una vez más: “No tengan miedo” (Mt 8,26).
Jesús sabe, que nuestro corazón se abre cuando hay un clima de confianza y amistad. Él crea ese ambiente con su cercanía y nos invita a ser sus amigos. Cuando abrimos el corazón “entendemos” más a Jesús y podemos crecer en confianza.

Solo cuando se abre el corazón, la mente puede entender. La Palabra de Dios nos exige tener un corazón de discípulo, que se sienta querido por Jesús y que se anime a confiar en Él.
A partir de de confiar en Jesús y experimentar su amistad, encontramos el sentido y la dirección de nuestra vida. Queremos vivir la vida como un don que recibimos de Dios y una tarea que estamos llamados a hacer en amistad con Jesús. Fuimos llamados a participar de la vida de Dios. De Él la recibimos y por eso queremos amarla, respetarla y cuidarla siempre.

Que san Pantaleón nos haga sentir un Dios cercano y amigo. Que su ejemplo de amigo de Jesús y amigo de los hombres, sobre todo en los hermanos y hermanas que la sociedad margina y descarta, nos anime a imitarlo.